sábado, 8 de marzo de 2008

Palabras Adecuadas...


“Un sencillo campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche pasó junto al templo y al entrar descubrió que no llevaba consigo su libro de oraciones. Muy humilde y apesadumbrado pensó en pasar de largo, pues no sabía qué decir y no quería importunar a su Señor con palabras necias, pero al fin se decidió a entrar y pararse frente al altar para orar de la siguiente manera: “Señor, he salido de mi casa sin mi libro de oraciones, y como tengo muy poca memoria no sé recitar ni una sola oración, pero de todas maneras quise entrar únicamente para saludarte y para que supieras que te amo, y como no tengo las palabras para expresarlo adecuadamente se me ocurre que voy a recitar el alfabeto cinco veces muy despacito, con mucha devoción, y tú , que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras por mí y formar las oraciones adecuadas que soy incapaz de recordar…
Y el Señor dijo a sus ángeles: ‘De todas las oraciones que he escuchado hoy esta ha sido, sin duda alguna, la mejor porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero’”.

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