miércoles, 31 de octubre de 2007

Veinte Centavos en la Ranura

A pesar de la sala sucia y oscura de gentes y de lámparas luminosas si quiere ver la vida color de rosa, eche 20 centavos en la ranura y no ponga los ojos en esa hermosa que frunce de promesas la boca impura si quiere ver la vida color de rosa eche 20 centavos en la ranura. El dolor mata amigo, la vida es dura, la vida es dura y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa, ni hogar ni esposa si quiere ver la vida color de rosa eche 20 centavos en la ranura. Cien lucecillas. Maravilla de reflejos funambulescos. Aquí hay mujer y manzanilla. Aquí hay olvido y aquí hay refrescos. Pero sobre todo mujeres para los hombres de los puertos que prenden con alfileres sus ojos en los ojos muertos. Teatrillos de utilería detrás de turbios cristales hay una sala sombría de paraísos artificiales estampas, luces, musiquillas, misterio de los reservados donde entrarán a hurtadillas los marineros alucinados. Y fiesta, fiesta casi idiota, tragicómica y grotesca pero otra esperanza remota de vida milyunanochesca. Qué lindo es ir a ver la mujer la mujer mas gorda del mundo, entrar con un miedo profundo pensando en la giganta de Bodelaire. Nos engañaremos, no hay duda, si desnuda nunca muy desnuda si barbuda nunca muy barbuda será la mujer... y en ese momento de miedo profundo que lindo es ir a ver la mujer, la mujer mas gorda del mundo y no se inmute amigo la vida es dura con la filosofía poco se goza. Si quiere ver la vida color de rosa eche 20 centavos en la ranura.

lunes, 29 de octubre de 2007

El Mayor


Artista: Silvio Rodríguez
Album: Días y Flores
Canción: El mayor

El hombre se hizo siemprede todo material:de villas señoriales o barrio margina.Toda época fue pieza de un rompe cabezaspara subir la cuesta del gran reino animal, con una mano negra y otra blanca mortal. Mortales ingredientes armaron al Mayor:luz de terratenientes y de Revolución: destreza de la esgrima, sucesos como un preso, Amalia abandonada por la bala, la vergüenza, el amor; o un fusilamiento, un viejo cuento modelaron su adiós.Va cabalgando El Mayor con su herida, y mientras más mortal el tajo, es más de vida.Va cabalgando sobre una palma escrita, y a la distancia de cien añosresucita.Trota sobre la espuma,seguido por un marde negros en machete y sin encadenar. Ordena a su corneta el toque de a degüello, y a un siglo de distancia entona nuestra canción y con recia gargantacanta, espanta lejos la maldición.Va cabalgando El Mayor con su herida,y mientras más mortal el tajo, es más de vida.Va cabalgando sobre una palma escrita,y a la distancia de cien años resucita.

domingo, 28 de octubre de 2007

Citas de Sergio Peña y Lillo

Acabo de ver en el programa 'una belleza nueva' a Sergio Peña y Lillo siquiatra como sabrán y autor de una serie de libros y utilizo una expresión coincidente con algunas ideas mías la expresión en cuestión era: 'los avaros del alma' refiriéndose a la gente que no tiene el valor de vivir por miedo a la sanción espiritual y decía que pensaba que el Apocalipsis al usar la expresión 'fríos o calientes porque tibios los vomitare de mi boca' se refería a lo mismo.
Además dio un ejemplo de valor dijo que valor no es el que tiene el niño para entrar a la cueva del león sino que valor es el que tiene el padre con las rodillas temblorosas entre a la cueva del león a rescatar a su hijo.
También hizo cita a otro autor que había dicho:'todos los hombres son felices el problema es que no lo descubren"

sábado, 27 de octubre de 2007

Inez del Alma mia,Isabel Allende



Esta novela está basada en la vida de Inés Suárez, una mujer extremeña cuyo esposo, Juan de Málaga, viaja al Nuevo Mundo en el s. XVI en busca de El Dorado. Años después ella decide ir en su búsqueda. Cuando recibe la noticia de que su esposo ha fallecido, se une al grupo de conquistadores que pretenden llegar a Chile. La fuerza de Inés le ayuda a sobrevivir ante todo tipo de percances: el viaje en barco, su llegada a Perú y cómo sale airosa de todas las situaciones gracias a sus habilidades femeninas mezcladas con un espíritu masculino. La parte más épica es la que se centra en el instinto de superviviencia cuando se lleva a cabo la travesía hasta Chile y cómo tienen que reaccionar frente al ataque de los indios mapuche, y la parte más amable es una espectacular historia de amor que tiene como protagonista a Pedro de Valdivia: un hombre ambicioso al que Inés consigue dominar y compartir con él la aventura de la conquista de Chile. La intuición femenina les ayuda a superar muchos percances y el amor entre ambos es tan potente que es inimaginable pensar en una separación. Las aspiraciones políticas de Pedro potenciarán la ruptura entre ambos pero la huella que dejará el conquistador en esta mujer fuerte y valiente perdurará hasta el resto de sus días. Los indios nunca llegan a aceptar que los conquistadores españoles se afinquen en sus tierras. Atacan y saquean Santiago y hay que comenzar de nuevo. Inés no se da por vencida y junto a Rodrigo de Quiroga, que ha sido hombre de confianza de Pedro de Valdivia reconstruyen la ciudad. Nace entre ellos una relación distinta, un amor adulto, que no se puede comparar a la relación de complicidad que había existido entre Inés y Pedro, pero que se traduce en estabilidad y confianza.

Casi se me acaba la fe.


Anoche me dormí abrazando las nubescon almohadas de sueños en una cama de ilusionesdesde niña me imaginé esta vida cruzando retos para llegar a mi cima en un instante perdí toda la certeza las dudas y el rencor se marcaron en mi esencia Será una pesadilla, no puede ser verdad me despierta un derrumbe empiezo a deslizar Casi se me acaba la fe casi se me escapa el amor casi se me quiebra la inocencia se me agota toda la fuerza para luchar un día más casi me rendí (casi me rendi) hasta que pensé en ti Veo en mi reflejo un rostro traicionado frente al fantasma de un cuerpo cansado ¿por qué yo, por qué hoy, por qué esto? preguntas con respuestas que vendrán solo con el tiempo Será una pesadilla no puede ser verdad me despierta un derrumbe empiezo a deslizar Casi se me acaba la fe casi se me escapa el amor casi se me quiebra la inocencia se me agota toda la fuerza para luchar un día más casi me rendí ( casi me rendi) hasta que pensé en ti. Cuando solo escuchas el latido de tu corazónencontrarás entre su ritmo y el silencio la razón...Casi se me acaba la fe casi se me escapa el amor casi se me quiebra la inocencia se me agota toda la fuerza para luchar un día más Casi se acaba la fe casi se me escapa el amor casi se me quiebra la inocencia se me agota toda la fuerza para luchar un dia mas casi me rendi ( casi me rendi ) hasta que pense en ti pense en ticasi me rendi... pero pense en ti.Soraya. (a la memoria de una mujer que nunca se canso de luchar)

viernes, 26 de octubre de 2007

Sun Tzu, el arte de la guerra.


Segun cuenta una vieja historia, un noble de la antiguo Chino pregunto en cierta ocacion a su medioc, que pertenecia a una familia de sanadores, cuel de ellos era el mas experto en su arte.


el medico, cuya reputacion era tal que su nombre se habia convertido en sinonimo de "ciencia medica" en China,respondio:"mi hermano mayir ve el espiritu de enfermedad y lo elimina antes ed que cobre forma, asi que su fama no va mas alla de las puertas de su casa"



"el segundo de mis hermanos cura la enfermedad cuando todavia es muy leve asi que su fama no se extiende mas alla de su vecindario"



"en cuanto a mi, perforo venas, receto pociones y masajeo la piel, asi que, de vez en cuando mi fama se extiende y llega al oido de los nobles"



A mi querido amigo Enrique.



miércoles, 24 de octubre de 2007

Antonio Quintana, fotografo chileno

Esta fotografia fue tomada una fotografia de antonio quintana, y es una de las fotos que mas me ha impactado en relacion a su obra, comun es la frase que dice"que en la infancia somos todos iguales",sin embargo, claramente esta foto muestra como las desigualdades nos marcan desde la infancia aun asi hay muchos elementos en esta fotografia que me resultan cercanos como fondo que muestra el campo la intensidad en la mirada de la niña y el abandono que por lo que muestra su rostro parece afortunadamente no comprender.
Antonio Quintana es sin lugar a dudas uno de los más notables fotógrafos que ha producido este país. La variedad y vastedad de su obra, su permanente investigación del medio, su espíritu docente, el registro de obras de arte, su compromiso con la realidad social y la difusión de la fotografía como medio artístico, elevan a este chileno como un pilar de la fotografía latinoamericana.
Profesor de química y física, aplicó sus conocimientos para profundizar, experimentar y desarrollar el medio fotográfico, siendo entre otras cosas el primero en explorar la técnica de los fotomurales, técnica que culmina con la exposición mundial itinerante "El rostro de Chile" que Quintana organiza junto a Roberto Montandón, su gran colega y amigo. Esta exposición recorrió Europa y la Unión Soviética entre otros países en la década de los sesentas. Maestro y formador de numerosas generaciones de fotógrafos, nunca escatimó conocimientos e impregnó a sus discípulos el amor por la búsqueda de nuevas estéticas y en la investigación de la técnica, que según él son indisolubles.

Clarisse Millerieux

Clarisse Millerieux era una pequeña mariposa nocturna. De esas mariposas de tonos dorados, ocres y anaranjados que daban a Venecia su encanto especial.
Sobre todas las cosas, amaba las noches y sus amaneceres. De sus amigas, se distinguía por un aire algo mas misterioso, algo mas desafiante, recubierto con un suave rocio de normalidad, cosa que solía calmar a los miembros menos flexibles de las mariposas del prado.
Su cuerpo era algo mas frágil y leve, pero al contrario de su sensibilidad exquisita, las demás – sin conocerla – la juzgaba dura, insensible, distante. Clarisse Millerieux gustaba coleccionar sus sueños en bolsitas que colgaba en la punta de las ramas más altas, allí donde las otras mariposas no solían volar. Y cuando podía, pese a su fatiga, llegar a remontarse tan alto, abría sus paquetitos de sueños y respiraba profundo otra vez.
Para volar, acostumbraba a acompañar a sus amigas en los recorridos gráciles y solemnes que suelen hacer las mariposas. Pero también gustaba - dejando de lado las danzas de costumbre - entregarse a los giros juguetones del viento del atardecer. Le gustaba el aroma y el calor con que la llevaba de las manos y le mostraba lugares nuevos de un modo que hasta los comunes parecian novedosos.
Una tarde, mientras el sol incendiaba de oro fuerte el horizonte y teñia los árboles de ocre y marrón, levantó su vista al firmamento y vio una estrella. Pero no era cualquier estrella sino una estrella muy particular, porque era “su” estrella. Y como estrella, era mayor, distante, lejana. Pero le parecía hermosa. Sabía que nunca sería suya pero, ¿acaso eso ha sido un impedimento para amar? Ella, mariposa enamorada, regresó encantada de su visión.
Esa noche soñó con estrellas y nubes, se soño envuelta en polvo de estrellas, transportada por mundos tan diferentes que se le cortaba la respiración,
Esa mañana, el cielo cubierto por el albo fulgor de los amaneceres, voló hasta donde se reunían las mariposas, y les contó de su amor. “Escuchen todos!”, proclamó con el corazón acelerado, “ya sé que es el amor!”. Primero vino un silencio, luego carcajdas y, como era de esperarse, la crítica y la desaprobación.
“No digas tonterías, Clarisse”, dijeron, “tu eres mariposa, no puedes amar una estrella. Busca una llama de vela, de hoguera si deseas pasión. O hasta la luz fría de un farol. Pero ¡no ames una estrella!”.
La pequeña Clarisse agitó sus delicadas antenas y, alisbaja, revoloteó hasta derás de un muro de altos rosales. Allí, llenó su pecho de aire y tomó la firme decisión de ignorar los consejos de su familia y de sus amigos. Ella quería seguir abierta al estremecedor movimiento del amor y no iba a permitir que borraran de sus colores la alegría de amar. Estaba feliz con el descubrimiento de esa noche y aunque era de día, se recostó sobre unos pétalos aterciopelados y se puso a dormir. ¡Que maravilloso era soñar!
El viento fresco del atardecer la despertó con suavidad, justo cuando el velo del día comenzaba a jejar ver el manto azul profundo de la noche. Y alli, entre las primeras la estrella de Clarisse. Era perfecta, en su lugar correcto, brillante. Ella pensó: “Vaya, ¡qué hermoso será volar y volar, hasta que cruce el cielo para abrazar a mi estrella, para contarle mi amor!”.
Esa noche la estrella lucía, a los ojos de Clarisse, más radiante y hermosa que nunca. Y la estrella la miraba, con una mirada que aparentemente cruzaba a traves de ela. Una mirada a veces tan intima y otras tan distante, casi mirando el infinito que se proyectaba a espaldas de Clarisse. Pero ella entendia que unas y otras, eran miradas de amor.
Al amanecer, cuando tuvieron que despedirse para que Clarisse regresara a su mundo y la estrella al propio, Clarisse se determinó a aprender a volar más y más alto. Sería su progreso. Sabía que no podía llegar a su estrella de un dia para otro pero, poco a poco, progreso tras progreso, cada día un poco más alto, alcanzaría su estrella. La paciencia ya no era dolorosa. Al contrario, cargaba en ella más fuerzas y deseos de progresar, para estar algún día a la altura de su estrella amada.
Poco a poco, su vuelo comenzó a tomar altura. A veces no lograba avanzar mucho más arriba, pero caía satisfecha por el esfuerzo y porque no volaba más bajo que ese punto logrado. Así, cada aleteo de su vuelo, era un pasito, pequeño, más cerca de su estrella. Sería un poco mas apegada a su amor. Clarisse sabía que de ese modo, la distancia se iría venciendo la distancia que los separaba.
Los días eran sueños con su estrella y a la noche, cuando despertaba, los primeros ratos del cielo eran de su amada. En ese momento, los reflejos nocturnos sobre las alas de la mariposa enamorada brillaban más hermosos que nunca. Era el reflejo del amor.
Pero no importaba el brillo en las alas ni su sonrisa importaban a su familia ni amigos. Verla deliz no les ponía contentos, sino, por el contrario, les enfurecía por la locura que significaba.
“Que decepción, Clarisse”, dijeron, “todas tus amigas, sus hermanas y hasta tus primas ya lucen sus quemaduras en las alas. Todas fueron iniciadas en el amor por las llamas de sus amados. Mira, pequeña y torpe mariposa. El amor verdadero solo puede ser ardiente si te enciende una llama, que tiene calor. Sólo el calor puede calentar el corazón palpitante de una mariposa. ¿Porqué no busca un amor que pueda tocar, que la queme y haga arder de amor? ¡Deja ya tus locuras y amores imposibles!”
Clarisse – que no era mariposa de domar – se enfadó muchísimo. Ella quería que respetaran su amor. En ese momento, un pensamiento atravesó su frente. Pero, como sucede con tantas cosas en ciudades adormecidas en la leve siesta del atardecer, Clarisse renunció a luchar. Desde los rincones de su alma, las palabras de los demás le hablaban. Susurraban primero, luego levantaron poco a poco la voz hasta alzarse sobre su sueño y le ocultaron la luz. Clarisse claudicó.
Ante razones tan fuertes, la experiencia, el dolro de la separación, ¿no era lo más razonable comenzar una relación de verdad? Clarisse, ansiosa de amar, comenzó a revolotear los jardines más hermosos de la vieja ciudad ducal.
Todo aturdía el recuerdo de su estrella: sus nuevas amistades, los palazzos esplendorosos con sus luces arrebatadoras, los hermosos faroles de las piazzas, las alegres lámparas de los carnavales, las bohemias velas de los cafes sobre los puentes... incluso las místicas luces de las antiguas basílicas venecianas la atrapaban en su ardor.
Pero su corazón, su porfiado y decidido corazón, ansiaba su estrella. Asi que esa tarde, aunque estaba muy cansada para charlar o comentar sus planes, comenzó a volar. Dejó atrás su descanso y comenzó a levantar el vuelo, subiendo más y más, superando la distancia hacia su amado.
Desde ese momento, cada noche recomenzaba el mismo mágico ritual. Cuando tods iban a dormr, Clarisse despertaba de sus sueños de estrellas y desplegaba sus alas para volar y volar. Pero cada manecer la encontraba fatigada, agotada del esfuerzo y temblorosa por el frio gélido que le cubría el cuerpecito. Profundamente apenada por el intento frustrado de esa noche y de las anteriores, regresaba a casa con una sensación dulcemente melancólica.
Pero así, noche tras noche, intento tras intento, Clarisse se volvía un poco mas vieja. Y con la sabiduría de la madurez, se volvía un poco más observadora. Desde los puntos cada vez más altos que lograba en sus vuelos hacia su estrella, los jardines, piazzas, palazzos y cafés, las calles y macetas cuajadas de flores, se veían desde un ángulo superior, más abarcante, más esplendoroso.
Allá abajo, quedaban las pequeñas lucesitas por las que suspiraban y revoloteaban sus amigas, primas y hermanas. Y descubrió cosas que ella sni siquiera sospechaban. Más alla de los encantos de la vieja Venecia, éstaban las puntas blancas y brillantes de los Alpes, los valles floridos de las montañas, los rios alegres y cantarinos, los valles de aromas arrebatadores y el mar... el mar inmenso y colosal le esperaba mucho más allá.
Y sobre todo ese paisaje que le quitaba el aliento, las nubes. Nubes grandes y blancas, nibes gráciles y rasjadas por los vientos. Y sobre esas nbes tan delicadas y hermosas, estaban las estrellas. Un cielo enorme, inabarcable, poblado por constelñaciones de estrellas, todas distintas y luminosos. Y entre todas, ella, su estrella amada.
Clarisse comenzó a comprender la belleza particular de su estrella y a amarla más. Mucho más. Ese amor creciente, alucnante, se alimentaba también por los nuevos horizontes y cosas que entendía y alegraba a la curiosa mariposa. Gracias a su estrella inalcanzable, Clarise conocía, se gozaba y amaba mucho más que sus amigas, primas y hermanas. “¡Gracias, mil gracias querida estella!”, murmuraba sonriendo mientras se dejaba llevar por los vientos revoltosos de las praderas de los Alpes.
La mariposa ignorada por sus pares, cada día se volvía más rica y alegre, inmensa en su interior. Ninguna mariposa antes que ella, habpia llegado tan alto ni se había hecho tan grande. De hecho, un día que regresó a la hermosa Venecia de aires ocres, se enteró que todas las mariposas que concía ya habían muerto en las llamas de sus amores, quemadas por velas y faroles. Ninguna sobrevivió ni permaneció hermosa, libre de las quemaduras de los amores fáciles.
Nuestra mariposa, aunque jamás consiguió llegar a su estrella, vivió muchos años más. Los vivió plenos, ricos, espectaculares. Cada noche vivió paisajes nuevos y cada sueño los ampliaba más y más. Y cuando se encontraba con una mariposa joven, que recién se acercaba a los misterios del amor verdadero, Clarisse, la mariposa despreciada pero radiante de amor y sabiduría, le cantaba sobre amores imposibles que traen las alegrías y beneficios que no pueden aquellos que están al alcance de las manos.

antonio quintana, fotografo chileno


antonio quintana,fotografo chileno.


Antonio Quintana, fotografo chileno.


Antonio Quintana,fotografo chileno.


Mano


"Con las manos callosas del pueblo, las tiernas manos de la mujer y la sonrisa del niño, haremos posible la tarea que solo un sueño responsable podra realizar" S. Allende
Antonio Quintana:"las manos del hombre"
Tengo solo esto para ganarme la vida- le dijo una vez un minero calichero mostrándole sus manos, en uno de sus numerosos viajes por el país. De esta experiencia surgiría una de las series más impactantes de su obra, "Las manos del Hombre", donde Quintana registra miles de manos de campesinos y trabajadores del país. El mundo del trabajo reflejado en esas manos era uno de sus temas mas sentidos, su compromiso con los postergados guió siempre su trabajo y su ideología.

No sigas...

No sigas a un amor que te hizo sufrir,un amor que un día se olvidó de ti ylo peor, un amor que un día se fue de ti.No confíes en alguien que te dijo: 'te lo juro', 'que lloró', y luego, te reemplazó sin ningún consideracion, ese amor no vale el dolor.