un samurai tenía en su casa un ratón del que no llegaba a desembarazarse. entonces adquirió un magnífico gato, robusto y valiente. pero el ratón, más rápido, se burlaba de el.
entonces el samurai llevó otro gato, malicioso y astuto. pero el ratón desconfió de el y no daba señales de vida más que cuando éste dormía.
un monje zen del templo vecino prestó entonces al samurai su gato: éste tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. el samurai dudó , pero el monje insistió para que lo dejara en su casa. el gato se pasaba el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se envalentonó de nuevo: pasaba y volvía a pasar delante del gato, visiblemente indiferente. pero un día, de un solo zarpazo, el gato lo atrapó y lo mató.
¡poder del cuerpo, habilidad de la técnica no son nada sin la vigilancia del espíritu!
entonces el samurai llevó otro gato, malicioso y astuto. pero el ratón desconfió de el y no daba señales de vida más que cuando éste dormía.
un monje zen del templo vecino prestó entonces al samurai su gato: éste tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. el samurai dudó , pero el monje insistió para que lo dejara en su casa. el gato se pasaba el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se envalentonó de nuevo: pasaba y volvía a pasar delante del gato, visiblemente indiferente. pero un día, de un solo zarpazo, el gato lo atrapó y lo mató.
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